Unificaciones de Alemania e Italia

Unificación de Alemania

Uno de los principales personajes históricos que promovió y propuso la unificación alemana, fue sin duda el Canciller Bismarck. El mismo que fue el primer ministro de, para aquel entonces, nuevo Rey de Prusia Guillermo I.

Guillermo I fue convencido por su canciller de volverse un monarca constitucional. Esto le brindaría un sufragio obligatorio, el cual daría a la alta burguesía industrializada las maneras de participar en el gobierno. 

El ejército prusiano es organizado por Von Moltke, y con ello es convertido en las fuerzas militares más fuertes de toda Europa. Una de las cosa que lo hacían el más poderoso, eran sus fusiles de retrocarga. Además de su artillería de retrocarga y su amplia red de ferrocarriles para una movilidad excepcional.

Guerras de la unificación alemana

Luego, vinieron los período de Guerras de Unificación. La guerra de los Ducados fue un conflicto en el que enfrentaron Austria y Prusia contra Dinamarca en el año 1864. Todo por tener el control de Schleswig y de Holstein, cuya población era principalmente alemana. 

Bismarck es quién declara la intervención de Dinamarca, y ésta salió derrotada, por lo que al final el ducado de Schleswig terminó siendo de Prusia. Al mismo tiempo que el de Holstein bajo el control de Austria. 

Bismarck entra en juego otra vez, ahora con la intención de manipular a Napoleón III, con la misión de Francia no intervenga en los conflictos internos de Alemania. Para lograr esto, tuvo que prometer el apoyo de Alemania la anexión de Bélgica y Luxemburgo. Esto por parte de Francia, solo si Napoleón III se mantenía neutral ante la próxima guerra entre Austria y Prusia. 

Ahora, le tocaba a Austria sentir el peso del ejercito prusiano, en la guerra austro-prusiana de 1866. El objetivo de esta guerra era expulsar a los austriacos de la Confederación Germánica y así poder zafarse de cualquier posible unión con la corona austriaca.

Para ello, Prusia le promete a Italia recuperar Venecia si va a la guerra contra Austria. Tras Italia declararle la guerra a los austriacos, y todo esto con el objetivo de distraer al ejército de Austria. Así lograron desviar sus esfuerzos bélicos a Italia y no a Prusia.

En no más de dos semanas el ejército de Prusia logró ponerse encima de Austria, y estos fueron derrotados en Sadowa. Todo con la idea de luego firmar la Paz de Praga. Gracias a esto, Prusia expandía sus límites y territorios.

Venecia es devuelta a Italia y la guerra franco-prusiana 

Poco después, cada uno de los Estados alemanes se unieron con base en la Confederación Alemana del Norte, proclamando así a Guillermo I como su soberano. 

Por último, la guerra franco-prusiana. El objetivo de Prusia en este conflicto era aprisionar territorialmente a Francia. De esta manera  buscar así un motivo para que los estados alemanes que estaban reacios a unirse, lo hicieran.

Esto empieza cuando la reina Isabel II de España es destituida por rebeliones dentro de su país en 1868, y a finales de 1869. Justo cuando los regentes españoles se encontraron con una oferta de un primo de Guillermo I. Esta oferta es vista por Napoleón III como una forma de invasión prusiana en España, y que amenaza a Francia. 

Francia usa a sus diplomáticos para evitar la toma de la corona en Madrid. Así logra que Prusia retire su candidatura. Después, Napoleón III toma el mando del ejército, y a finales de Julio de 1870 declara la guerra a Prusia. 

Después de unas semanas, Prusia aplasta a Francia, la cual no estaba preparada para una guerra. Las fuerzas prusianas derrotan a las divisiones francesas de Napoleón III, y el monarca se ve obligado a capitular el 2 de septiembre. Luego de otras semanas, los prusianos cercan París, y se impone en Francia el tratado de Fráncfort.

Durante el Imperio Alemán (1870-1914), Alemania se vuelve el país más poderoso de toda Europa en todos los aspectos. Todo esto haciendo incluso que su población experimentó un crecimiento. 

Unificación Italiana

Italia, desde la desaparición del Imperio Romano, no había podido unirse en un mismo Estado, sino que en realidad se encontraba dividido en varios reinos y estados independientes. No obstante, a partir de 1848 se empezó a crear una corriente nacionalista de unificación. 

El risorgimento fue el movimiento cultural que da a Italia la justificación para en sí misma un estado unificado. Pero no fue realmente hasta 1850 cuando el Conde Cavour, primer ministro de Piamonte, logró hacer un acuerdo con los nacionalista moderados y radicales, para expulsar a los austriacos. 

Este acuerdo se basa en que Italia se vuelva una monarquía constitucional. Sin embargo, a cambio, tanto el Papa y la Iglesia no serían parte del gobierno italiano. 

Cavour llega a un acuerdo con Napoleón III, y este trata de que Francia y sus ejércitos, colaborarán con el ejército piamontés, para barrer a los austriacos del norte de Italia. Napoleón III ganaría sustituir a Austria como potencia que domine a Italia, y recupera Niza y Saboya por parte de Piamonte.

Fases de la unificación italiana

En la primera fase de la Unificación italiana, entre 1859 y 1860, los ejércitos francés y piamontés, fueron derrotando a los austriacos en las conocidas batallas de Magenta y Solferino. Así fue que lograron la conquista de Milán.

Pero antes de poder recuperar Venecia, Napoleón III traiciona a Italia, y hace la paz con Austria. Esto con la intención de prevenir la formación de un estado italiano fuerte. 

Por otro lado, Garibaldi, comandando sus Mil Capas Rojas. Gracias al apoyo que recibe del empobrecido campesinado del sur de Italia, desembarca en Sicilia y conquista su reino. Los ejércitos de Victor Manuel II del Piamonte y Giribaldi se unen en el centro de Italia, para entregar sus conquistas al Nuevo Rey de Italia.

En Venecia se encontraban los austriacos y en Roma los franceses defendiendo al Papa.

En la segunda fase, en 1866, los italianos ven la oportunidad de recuperar Venecia. Por esto acepta un trato por parte de Prusia, la cual derrota a Austria, dando como resultado la recuperación de Venecia por parte de Italia. 

En su tercera y última fase, año 1870, Italia aprovecha la derrota de Napoleón III y conquista Roma, recluyendo al Papa en el Vaticano. 

Sin embargo, la unificación queda incompleta, puesto a que los nacionalistas de Italia aún reclamaban territorios en los cuales residían italianos dentro del Imperio Austriaco. Esto hace que la enemistad entre Italia y Austria persista.

Pero, a partir de 1870 Italia queda como una potencia de segunda fila, su norte está industrializado y el sur queda atrasado. Y debido al crecimiento de su población, mucha de esta emigra a América.

 

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